El PSPV estaba, ante el inminente congreso provincial y con dos candidatos en liza, en alerta máxima por peligro de incendio. Ayer prendió la llama. En la diputación. La mayoría del grupo (seis de los nueve diputados presentes; Pepe Ruiz no asistió) se rebeló contra la ejecutiva nacional por querer destituir a cuatro de los ocho asesores, en una primera tanda de relevos. El vicesecretario del PSPV José Manuel Orengo fue quien había instado a Gaspar a reunir al grupo para comunicarle, en nombre de Ximo Puig, que hacen falta plazas en las que liberar a personal y hasta dirigentes de Blanquerías, entre otros el propio portavoz de la ejecutiva, Francesc Romeu. Los diputados fueron tomando la palabra uno a uno para trasladar mayoritariamente al emisario Orengo, presidente del grupo provincial, su disconformidad con la medida, además del malestar por el hecho de que no se informó a la dirección provincial. Sólo Emili Gregori, Concha Andrés y Orengo avalaron la iniciativa. Gaspar se negó a firmar la propuesta de destituciones para elevarla al presidente Alfonso Rus. "¿He de entender que has dimitido?", le preguntó Orengo. Gaspar dijo que de ningún modo, que sólo renunciará si el grupo lo decide. El portavoz lamenta que quieran prescindir de "asesores que prestan servicio a los municipios" para liberar a personas de la sede. Ayer se comprobó que por ahora tiene la mayoría. La guerra congresual ha contagiado al grupo. Gaspar ha plantado cara y se la juega al todo o nada en el congreso provincial.
FRANCESC ARABÍ
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