Son Chacón y Rubalcaba los líderes que habrán de sacar del abatimiento a las huestes socialistas tras el 20 N? Pregunta dificil de responder. Respuesta que sólo podrá ser efectiva si se logra unificar el esfuerzo de ambos y se vence en Andalucía. Ambos no están, por lo que hemos leído, por la labor de ir juntos. Y respecto a lo que sucederá en la comunidad de las ocho provincias tampoco allí parece que la contundencia vaya a ser pieza destacable en un panorama trufado de paro, y con el escándalo de los EREs de por medio. ¿Entonces que podemos esperar? Las primarias vienen a demostrar la coherencia interna del partido a la hora de elegir a los responsables. También son de esperar propuestas de mayor calado por parte de ambos para encandilar a la militancia y por ende a los votantes no afiliados. Hasta ahora ambos abundan en un discurso conocido, en el que se habla de unidad, sentido de la responsabilidad y no abandonar la política social: base ideológica y práctica del partido. Pero no dicen: cómo van a resolverlo. En Suresnnes el partido adoptó una base ideológica que le permitió reformar a un país falto de criterios y usos democráticos tras la dictadura. El abandono del marxismo fue, a nuestro entender, piedra angular en un proceso de transformación que ha permitido al PSOE ser lo que ha sido, hasta hoy. Y digo hasta hoy, consciente de la rotundidad de esta afirmación, porque los errores no sólo han supuesto pérdida de poder, sino que han sumido al socialismo español en un pozo con pocas ideas, y las que subyacen lo son por obra de los mercados financieros o las instituciones económicas tanto europeas como nacionales. Todo ello conduce hasta este callejón oscuro, en el que no se vislumbra una luz medianamente cegadora; a lo sumo la claridad es difusa, poco concreta. Por eso mucha base del partido clama por encontrar, como ya sucedió en el pasado, rostros que sepan insuflar, además de confianza, nuevas ideas; que digan en voz alta lo que tanto hemos criticado a los que hoy gobiernan, pero no nos atrevimos a realizar cuando podíamos. Hemos sido paladines del gasto; no hemos sabido guardar; confiábamos en el sector bancario y animamos a sostener sus cuentas de resultados a sabiendas que la correspondencia sería, como así ha sido, escasa o nula. Por eso ha llegado la hora de encontrar nuevas alternativas, no sólo ha nivel nacional, también en la autonomía o en la localidad. Nuestros representantes adolecen de esa chispa que tuvieron en su día Felipe González o Alfonso Guerra, personajes que hacían pensar y desarrollar bases de comportamiento más próximas a los ideales que prejuzga el socialismo, es decir: responder con claridad a los retos económicos, ejerciendo la solidaridad como arma indiscutible para ejercer la democracia. Así que, si se nos permite, pidamos nuevos rostros a este socialismo que se ha instalado en el poder de lo institucional y que ha creado, queriendo o no, a una clase dirigente por la que no pasan los años y en la que el gusto por medrar lo antepone, casi todo.
José Luis Cañamero
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