Ayer, un lermista de los de pata negra definía a Francesc Romeu como «un profesional» en eso del mercadeo de apoyos para elegir nuevo secretario general. Un pacto entre Jorge Alarte y Francesc Romeu para garantizar el liderazgo del primero sería un acuerdo antinatural ahora mismo pero hay que contar con la intervención de Ferraz para forzar un pacto de no agresión entre los dos sectores que avalaron a Alfredo Pérez Rubalcaba. Alarte y Romeu no se pueden ni ver. Ni en lo político ni en lo personal. Pero varios referentes del partido coincidieron ayer en que el de Silla jugaría a lo que fuera por pillar cacho en la próxima dirección del partido y con los máximos galones posibles. El líder de los socialistas valencianos, Jorge Alarte, es consciente cada día que pasa que necesita del apoyo de alguien para garantizarse el puesto y, ahora mismo, al que tiene más cerca es a Romeu. No por afinidad, sino por su único nexo de unión: Rubalcaba. El intermediario en toda esta operación tiene un nombre: José Blanco. El exministro de Fomento, hombre de Rubalcaba, es amigo de Romeu. Por eso, la vía Blanco podría ser la buena para que el número uno de los socialistas valencianos y el aspirante, que sabe que sus opciones de liderar el partido son escasas aunque sus votos son muy valiosos, se siente y lleguen a un acuerdo de mínimos para que Alarte siga ocupando la cuarta planta y Romeu pueda lucir cargo de campanillas por mandato de Ferraz. Los lermistas y los que no lo son temen una operación de estas características. Una maniobra a la desesperada que no es descabellada tras lo visto en Sevilla.
LAS PROVINCIAS.ES
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