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Un nuevo G-4 se vuelve contra sus fundadores

| | sábado, 11 de febrero de 2012
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Hace doce años un entonces jovencísimo alcalde de Alaquàs y sus homólogos en Quart, Benetússer y Xirivella, declaraban la guerra al todopoderoso exsecretario de Organización del PSOE, Ciprià Císcar, hasta ese momento referente comarcal de L'Horta. No eran otros que Jorge Alarte, Carmen Martínez, José Enrique Aguar y Josep Santamaría. Los cuatro se pusieron sus votos por montera para tratar de convertirse en el grupo de referencia del entonces cinturón rojo. De eso, han pasado doce años, y sólo una de ellos, Carmen Martínez, mantiene la alcaldía. El denominado G-4 se convirtió en el principal grupo de influencia en el PSPV y su comarca la mayor representación del poder municipal de los socialistas valencianos en la Comunitat. De hecho, llegaron a lanzar un órdago al «sistema de mesas camilla» que decían, practicaba Císcar con el aparato del partido, sin tener en cuenta que ellos se habían convertido en los verdaderos referentes del PSPV, avalados por las mayorías que cosechaba. Pero, una vez más, la historia está condenada a repetirse. A la sombra del municipalismo, cocinado a fuego lento y con ingredientes recién salidos del mercado político, se ha gestado un nuevo grupo de jóvenes que recuerdan al denominado G-4. Con una salvedad. Esta vez se ha vuelto en contra de sus fundadores. Y es que esos cuatro jóvenes alcaldes que en el año 2000 se echaron el partido a sus espaldas, son ahora destacados dirigentes socialistas (a excepción de Aguar, que milita en el Centro Democrático Liberal) que practican todo aquello contra lo que lucharon en su día. Jorge Alarte es el secretario general del PSPV, Carmen Martínez es su homóloga en la provincia de Valencia y mano derecha del líder, y Josep Santamaría ejerce de asesor en Les Corts de la también alcaldesa de Quart, tras no renovar su escaño como diputado nacional. Frente a la dirección, que no contra ella, aclaran, ha surgido un grupo de jóvenes (ninguno supera la treintena) con influencia en los municipios y comarcas donde gobiernan o ejercen la oposición. Aseguran que se reúnen a horas intempestivas para no perjudicar su tarea institucional, mantienen diferentes sensibilidades y se autodefinen como un gran grupo de gente a la que, en la mayoría de casos, sólo les une la idea de formar un PSPV diferente. Huyen del calificativo de familia, tan estigmatizado en el partido, y presumen de que sin cuotas de poder, han conseguido integrar a gente de todos los sectores. De hecho, viajaron juntos al congreso del PSOE en Sevilla, votaron incluso por diferentes candidatos y se quedaron en la capital hispalense un día más para trabajar en su proyecto. Un equipo que incluso quieren presentar en sociedad de una manera innovadora. Eso sí, descartan presentar un candidato propio en el próximo congreso del PSPV. En esas están caras tan conocidas del partido como el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, el portavoz del PSPV en la Diputación de Valencia, Toni Gaspar, la diputada autonómica Clara Tirado, el portavoz socialistas en el Ayuntamiento de Cullera, Jordi Mayor, la secretaria general en Cheste, Talía Roselló, el de Paterna, Juan Antonio Sagredo, los de Olocau o Albuixech, o el del Ontinyent. Este grupo, que en la práctica quiere funcionar como un lobby de presión sobre la dirección del partido, se asemeja a la generación Blackberry que se gestó en el congreso de los socialistas catalanes (PSC) en su último congreso. Y como ellos, quieren dar la batalla para que la renovación del PSPV no sea sólo política, sino generacional. Sólo una diferencia con los jóvenes catalanes: los valencianos sí tienen delegados detrás, por lo que no pueden ser meros espectadores del congreso, sino que serán actores principales. Para ello, esperarán a que la ponencia marco que estos días se elabora esté acabada. La ruptura de algunos con la actual dirección es más que evidente con este desmarque. Más bien, de casi todos. De hecho, ayer algunos de los habituales en las reuniones alartistas no acudieron por primera vez a una de ellas. Fue la comida celebrada en Valencia, a la que asistió el propio Alarte y medio centenar de afines. Los pipiolos que nacieron al calor de su protección ya vuelan solos , y han querido hacer ver que tratarán de influir. Ha nacido un nuevo G-4, pero esta vez Alarte y los suyos no son protagonistas. Son el objetivo.
LAS PROVINCIAS.ES

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